Psicología para la Ansiedad

Al hablar de ansiedad nos referimos a sentimientos y sensaciones como el miedo, la aprensión, el estar con los “nervios deshechos”, angustiado, preocupado, crispado…Se relaciona también con síntomas corporales, es decir sensaciones tales como tensión muscular, sudoración, el temblor, respiración agitada, y un largo etc.

La ansiedad es un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes. Es una reacción normal y adaptativa. Todo el mundo la experimenta en circunstancias de peligro, en situaciones delicadas o de preocupación.

Cuando estamos ansiosos algunas de las funciones del organismo van más deprisa, y se producen cambios que percibimos como las emociones o sensaciones que se han citado antes.

Esta aceleración, es a veces una ventaja. Quiere decir que estamos preparados para la acción, y dispuestos a reaccionar rápidamente si es necesario. Niveles moderados de ansiedad pueden mejorar la actuación en momentos difíciles.

La ansiedad se convierte en un problema cuando surge en momentos en los que no hay peligro real, o cuando persiste después de que la situación de estrés ha desaparecido.

Sí la “aceleración” de nuestro organismo se produce cuando no hay que entrar en acción, se produce una sensación desagradable. Entonces nos enfocamos en sus desventajas, en todos estos aspectos incómodos de estos cambios corporales. Este es el momento en que la ansiedad empieza a interferir en la vida cotidiana, y aprender a controlarla se convierte en nosotros en una necesidad.

Cuando esta ansiedad sobrepasa cierta intensidad, o supera la capacidad adaptativa de la persona, se convierte en patológica, provocando un malestar significativo con síntomas que interfieren en la vida de la persona y limitándole su día a día.